jueves, 20 de octubre de 2016

El Post del Viernes: Nunca te rías de un sueño...

Me gusta la gente que tiene sueños. Aquí en Nueva Zelanda tengo la suerte de rodearme de muchos de ellos. Estos sueños me tocan, me emocionan, me cuestionan, me estimulan y hasta siento cierta envidia de ellos. Me encanta que me los cuenten, entender su origen, acariciar los sentimientos que hay detrás.
Cada día un café o un break entre clase y clase me permiten escuchar  historias repletas de grandes sueños. Les digo "grandes" porque son personales, únicos e intransferibles.
Hoy os cuento el de una compañera de clase. Su nombre es lo único que no importa en esta historia. Hace unos meses llegó como cada día a su puesto de trabajo y su empresa había quebrado, se había quedado sin trabajo. Volvió a casa sin saber qué hacer a partir de ese momento. Su país, Brasil, está pasando por uno de los peores momentos de su historia: no hay trabajo, la delincuencia arrasa las calles y la inseguridad hace que la gente viva con miedo.  
Se permitió llorar durante dos días  en casa, sólo dos, ninguno más y en vez de tirar la toalla decidió que había llegado el momento de luchar por su gran pasión: convertirse en cantante de ópera. Miró y remiró lugares donde estudiar música clásica y poder trabajar a la vez y apareció en su buscador el nombre de Nueva Zelanda. En contra de toda su familia, hizo las maletas y llegó a Queenstown sin conocer a nadie. Lo primero que hizo, con sus pocos ahorros, fue apuntarse a clases de  inglés. Estudia música de forma autodidacta y trabaja limpiando la escuela de Primaria de la ciudad. Poco tiempo después descubrió que las pruebas para acceder a la carrera de música son muy duras pero que lo es mucho más pagar la matrícula. Un año de universidad le costaría 25.000 dólares (la universidad en New Zelanda es mucho más cara para la gente extranjera que para la gente del país). Sabe que con el sueldo que cobra limpiando las aulas no podrá matricularse el próximo año, quizás deberá esperar varios años, pero no piensa tirar la toalla. Sigue estudiando y trabajando  muchas horas al día porque siente que si no lo hiciese su sueño estaría más lejos de lo que lo está ahora.
Al llegar a casa después de un larguísimo día lecciones y trabajo saca las partituras, las relee, las estudia, canta, escucha a grandes tenores y lee biografías de grandes cantantes que consiguieron llegar a lo más alto del panorama artístico gracias a su trabajo y creyendo que podrían hacerlo. Todos ellos lo consiguieron  porque tenían un sueño, un gran sueño, como lo tiene ella, como los tengo yo, como espero que lo tengan todos los que lean este post. 
Al acabar su relato me dijo: el primer paso es creer que se puede conseguir...yo sólo asentí, estando totalmente de acuerdo con ella...Que nunca se nos acaben los sueños porque sino estaremos muertos.

Buen fin de semana repleto de sueños para tod@s!

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